Puedes tener las mejores botas, la mochila más ligera y una cabaña reservada con la vista más impresionante en los Alpes y aun así la montaña puede recordarte en diez minutos quién manda. Me he encontrado con granizo en verano que parecía canicas, he visto cómo el trueno pasaba por una cresta que había cruzado una hora antes, y he caminado a través de una niebla tan espesa que apenas podía ver mis propias manos. Cuando estás en una travesía de cabaña en cabaña, el clima no es solo parte del paisaje, es parte del juego.
La mayoría de los días es tu compañero. El sol ilumina los valles y una brisa te refresca en la subida. Pero cuando cambia, decide hasta dónde llegas, qué tan rápido te mueves, e incluso dónde duermes. No se trata de asustarte. Se trata de respeto. Respeto por las montañas, por las señales que te dan, y por tus propios límites. Si aciertas con la parte del clima, te das la mejor oportunidad de llegar a la siguiente cabaña con nada más que grandes historias y tal vez una nariz quemada por el sol.
Comentarios